miércoles, 20 de agosto de 2008

Recuerdos de mi Infancia


RECUERDOS DE MI INFANCIA

Todo el mundo tienen aunque sea vagos recuerdos de su infancia, pero yo no, yo lo tengo grabado a fuego lento, lo recuerdo muy vivamente, con detalles, aromas, que sería capaz de describirlo tanto como sucedió, vivía la infancia como una época mágica con mis ilusiones y fantasías, tenía mi ángel de la guardia, de la que conversaba a menudo con él, de la que le preguntaba cosas y me respondía otras, aunque yo no la entendía mucho. Jugaba como cualquier otro chico de mi edad, pero eso sí, siempre tenía una sonrisa para todos , para regalar, en todas las fotos de mi niñez estoy siempre sonriente, una sonrisa infantil, sin maldad , ingenua pero real, disfrutaba como loco con los cochecitos que yo mismo me hacía con cuatro latas, y palos de olivos, con mi saco de tobogán, que lo hacía con un saco de esparto o plástico, y cogía cada carreron hacia unas cunetas que habría por los menos de 4 a 8 metros, que velocidad cogía, emulaba a los campeones de coches, todo cuesta abajo, la mas de las veces me llevaba muchas rozaduras, algún que otro trompicón y muchos chinchones, pero no me importaba, incluso las hostias y culatazos que me llevaba cuando volvía a casa no por el estado que llegaba sino , que no me importaba si llevaba la ropa de paseo u otra cualquiera, mi ilusión era jugar, disfrutar en compañía de mis amigos, que éramos muchos, hacíamos cada día una cabaña, con los restos de ropas, telares y cualquier cosas que no valiese para hacernos nuestra cabaña, muchas veces se no caía en nuestras cabezas, volvíamos a intentarlo de nuevo, teniendo cuidado mayor y aprendiendo donde debíamos poner algo más consistente para prevenir más accidentes, y muchos sustos por asfixia, madres cabreadas y algún que otro rasguño.
Pero había un juego que era el que más disfrutaba, yo siempre he sido muy mañoso con los tebeos de el guerrero antifaz, de Jaimito y una larga listas de historietas, montones, pude agenciármela gracias a mi padre, en ellos aprendí a leer antes que en la escuela, pero la lectura solo hice crecer aun mas mi imaginación, mi voracidad de conocer otros mundos, de ver otras cosas desconocidas para mí. Por las atardeceres, reunía junto a mí, un puñado de amigos, sobre todo las largas tardes veraniegas, en la calle, empedrada con piedras con un color rojizo, cerca de la puerta de alguna casa , pero lejos de las viejas que casi todo el mundo estaba charlando en la puestas con otras vecinas, no había apenas tráfico, alguna que otra bicicleta y burras, que nos levantábamos a unisonó a increpar a la burra , a darle el arre que te arre, por eso muchos agricultores no esquivaba , para no incordiar a los animales, no éramos malos, solo traviesos y muy revoltosos.
Le leía a otros más pequeños y no menos pequeños las historietas que caían en mi manos, y con las costumbre todos conseguíamos tener más tebeos para otros días, así durante mucho tiempo, preguntábamos y exponíamos nuestros punto de vista.
Juan, parece que pedrin (anti fice del el guerrero antifaz), va a morir pronto si no viene el guerrero a salvarlo.
Julio, no tonto, es lo que lleva las historias, esos no pueden morir nunca.
José, eso nunca se sabe, podría pasar cosas que no sabemos, al menos que tu ya haya leído la historieta.
Raúl, eso es cierto, pero todas las historias son distintas, y casi siempre se repite.
María, y siempre hay mujeres para enamorar y salvar? ¿
Así éramos todo el corro, que lindo, yo vocalizaba cual actor me creía , que en el centro del grupo miraba detenidamente lo embobado que estaba mis amigos, algunas veces me inventaba restos de historias para romper la monotonía y cambiar las cosas, veía que crecía su interés, que me miraba como un encantador de serpientes, que los ojos brillaba aun en la penumbra, ya que en aquellos días las luces de las calles, eran muy tenue, con bombillas de pera, que lucía un blanquecino pobrecito, como era de espera era solo de 125 voltios, hasta las 10 de la noche , allí nos reuníamos toda la pandilla, siempre se unían otros , muchos fallaban, pero siempre teníamos cosas que contar. Cuentos que reír y ocurrencias del día, hablábamos de nuestros favoritos programas de televisión, de mazinger z, de Heidi, de marcos, de los chiriquiflauticos, un largo etc… toda en calzoncillos cortos, mas peinado, y con algún que otro piojo, ya que nos rascábamos las cabeza más de uno.jjejejje, siempre recuerdo que entre los ratos nos llamaban nuestras madres desde nuestra casa, que podría esta al final de la calle como de más de 250 metros, Peeedrrrooooooo, ello boccaaaaaadiiiillllooooo, y Pedro raudo y veloz salía para allá, y más rápido volvía a su sitio, todo le dejábamos su sitio, luego otro , y así todos, yo como líder siempre tenía a mi madre más cerca de lugar de encuentro, me lo traía personalmente, no necesitaba correr, las niñas se iban pronto, no sin antes mirar de reojo a su más amado en su tierna infancia, algún que besillo en la mejilla y los demás a envidiar., todos a una , ehhehehhehhehh.
Era típicos bocadillos de macilla de chocolate, mortadela con aceitunas, casi todo era fiambre, algunos traía tortillas de patatas, que todo intentaba untarlo o cambiarlo por una porción de nuestro fiambre, a mi todo quizás por respeto o cariño, sin pedirlo me ofrecía una porción, yo le dejaba el cuento en cuestión para que lo leyera en casa, o se lo pasaba algún que otro compañero. Qué lindo era vivir así, puro compañerismo, compartición y amistades largas.
Son muchas las anécdotas ocurridas y muchas más las aventuras que teníamos, algunas veces hacíamos una guerrillas de soldados locos que tirábamos piedras a otros chicos de la otra parte del pueblo, le retábamos a luchar y pelear como soldados bravos, todos tenía su cabezas a buen reguardo, teníamos prohibido tirar piedras de un grosor superior, so pena de no participar nunca más en estos combates, ya que estas hacían daño y sangraba abundantemente, y luego vendría las madres a reñirnos a ver quién era el gracioso de la broma, por eso se tiraban piedras pequeñas con el fin de solo tocar y no hacer más daño necesario. Lo que no faltaba nunca eran los gritos de guerra,
Parduzco…. Tocado de mueeerrtte
Lieeeebrreee. Heridooooo, nnnnno mmme hhhaaa daaaadooo, se escaqueaba, las distancias era muy lejos para saber si era verdad, no llamábamos por apodos o motes.
Después del enorme esfuerzo, y todos sudorosos, casi siempre éramos dos lo que decidíamos acabar el combate o yo y Juan de marmotera, jefe de los otros grupos, nos reuníamos, y si no ha habido heridas de consideración firmábamos la paz, cambiando cromos de futbol, o bolas de cristal, también tebeos. Así era la infancia de mi niñez.
Una vez se levanto una fuerte tormenta de viento, porque agua no veíamos en ninguna parte, un remolino de aire gigantesco levantaba tal polvareda que todos temimos por nuestros esqueletos, allí ante nuestros atónitos ojos veíamos levantar ovejas que pastaba por las eras, que pesaban más que nuestros esqueléticos cuerpos, eran levantada por encimas de nuestras cabezas, engullía por aquel gigantesco remolino de viento, desaparecía de la vista, y todos a correr, pies para que os quiero, yo no pude escapar , tenía a mis lados varias casillas de ásperos , pero me así a un aspero de arado, me enroque en una manivela de la rueda con tanta fuerza que no me soltaría en mucho tiempo, veía que me levantaba el viento encima del suelo, pero mis manos no se soltaba, se habría convertido en un gancho férreos, pase mucho miedo, llore desconsoladamente, pasado un buen rato todo había vuelto a la normalidad, yo seguía llorando, y no veía a mis amigos, ni las ovejas ni nada, parecía tragado de la tierra, sabía que esa cosa era la culpable, fueron a buscarme, me encontraron nervioso y llorando, y no quería soltarme, hasta que llego mi madre no pare, le conté lo que sucedió, entre balbuceos, y me sentí culpable de haber llevado a mis amigo a aquel infierno, gracias a dios , no le paso nada a nadie, solo unas 27 ovejas encontraron muertas a mas de 2 km del lugar de origen , que barbaridad, que fuerza era aquella tan descomunal, aun recuerdo su aroma pegajoso como si fuese tierra mojada lanzada a gran velocidad, desde aquel día creció mi interés por los cielos, y miraba cualquier atisbo de cambio, aprendí a distinguir las nubes, entre la que trae agua, granizo o cualquier otra cosa, aquello me marco de por vida. Qué infancia de mi niñez.
Hubo muchas más historias, pero eso lo dejo para otro día….

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